Malena y El Hijo del Lobo - Cuento

Estuvieron buscando durante tres días, a lo largo y ancho del bosque situado en la parte posterior de la gran casa que ostentaba la familia Moliere desde muchos años atrás, remontados al golpe de estado con el que, gracias a su participación como milicia, ganarían derecho sobre aquellas hectáreas. Buscaron hasta casi desfallecer, la comunidad entera, aunque no muy numerosa se sumó a los esfuerzos, entre ellos se encontraba el joven Josh Milton quien junto a su padre y un par de amigos recorrieron la parte nordeste del citado bosque, al comienzo del tercer día de incansables registros. fue él quien la vio primero, llegado ya el atardecer, tirada al centro de una pequeña zanja. Como muchos pensaban, Malena estaba muerta.


Más tarde, cuando los peritos acordonaron el lugar y los testigos fueron interrogados, se obtuvo la declaración ávida de innecesarias expresiones de horror de Josh, quien no volvería a dormir tranquilamente en su vida. Entre todos los datos otorgados por el joven se destacaba el rictus de terror que presentaba Malena. Su rostro muy sucio y cubierto por sangre seca, carecía de un globo ocular y en su lugar una creciente flota de hormigas entraban y salían de la cavidad. La boca se encontraba desprovista de varios dientes y la lengua había sido arrancada, por lo que todo el interior se hallaba lleno en un pequeño manantial rojo. Las prendas estaban rasgadas en algunas secciones, en la parte del torso dejando a la vista el busto completamente arañado y hacia abajo, la falda había sido jaloneada y las piernas habían sido abiertas, lo cual dejaba en visto que el motivo del asesinato había sido un crimen sexual. Sólo faltaba identificar las huellas de quien fuera responsable de tan espantoso acto. Varias huellas fueron obtenidas del cadáver e identificadas en las primeras horas. Parecía un caso fácil de concluir, y así fue, al menos en los primeros días.


Las huellas dactilares pertenecían a una familia muy antigua y longeva de raíces vikingas, que vivió en lo que hoy conocemos como Terranova, Canadá. Los primeros miembros de esta familia llegaron a América aproximadamente cinco siglos antes de que Colón pisara el nuevo mundo por primera vez, viviendo en el asentamiento de L’Anse aux Meadows y germinando la semilla de un muy extenso árbol genealógico. Aunque permanecieron  durante muchos años en aquel territorio, con la población devenida de la colonización Inglesa, eventualmente se movieron hacia el sur del continente en un lento traslado de algunos cientos de años, para mantenerse en el anonimato y venerar a sus paganos dioses. Pero incluso con todas las precauciones que tomarán serían descubiertos tarde o temprano.


La familia Kraki eran los habitantes más extraños en todas las cercanías, internados en el bosque, apenas en una extensión que colinda con el límite de los territorios de la familia Moliere. Aunque nunca fueron del agrado del resto de la población parecían ser personas que no se mezclaban en problemas ajenos, pero con un aspecto sumamente tétrico y sospechoso, ganaron de inmediato la atención de las autoridades en el caso de Malena Moliere. Fueron hallados completamente desnudos en el bosque con expresiones vacías y saliva cayendo de la comisura de sus bocas, emitiendo alaridos desgarradores, capaces de contraer el corazón más intrépido. Nunca fueron muy normales, pero ahora parecían no estar en pleno uso de sus facultades, aunque de igual forma distinguían al cuerpo policiaco que intentó detenerlos. Una masacre fue lo que se desató aquella tarde de febrero, cuando los Kraki, sin distinción de edad o sexo, atacaron como bestias furibundas a los agentes, que en principio no desenfundaron sus armas y se limitaron a tratar de apaciguar a los atacantes, hasta que notaron la primer baja. El cadete Brandon fue muerto inmediatamente cuando un Kraki adulto le arrancó la tráquea sólo con su mano, fue en ese momento cuando los oficiales restantes contraatacaron, de forma no letal al principio, pero al ver que parecían no sentir dolor y ser imparables, tuvieron que asesinar a la familia entera. Mataron a seis Kraki que no rebasaban la mayoría de edad, incluso una de ellos no tenía ni una decena de años. Al rendir declaración nadie podía creer lo que acababa de acontecer y el estado primitivo de la familia y el hecho de que murieran intrigó y causó bastante temor en toda la región, pero también facilitó llevar a cabo las pruebas de rigor y así dictaminar que ellos habían ocasionado la desaparición y violación de la joven Moliere. El asunto quedó zanjado entonces, los motivos que los habían llevado a actuar así, aparentemente fueron desvelados al inspeccionar la casa que de los Kraki, un culto pagano que había sobrevivido al paso del tiempo gracias a una familia devota y extremista. Un ritual de sacrificio para rendir tributo a una mítica bestia nórdica, tan feroz que ni los dioses podían apresarla, era descrita en textos hallados entre las pertenencias de la familia que se encontraban escritos en una lengua noruega ahora extinta pero que, con el apoyo del gobierno Europeo que por principios antropológicos aportó algunos expertos del tema, pudieron ser traducidos.


Se trataban de libros escritos por la anciana de la familia, que contenían información religiosa, sobre los dioses a quienes adoraban, varios años de trayecto desde Europa hacia el sur del continente Americano. Datos sobre guerreros indomables llamados Berseker, de quien aparentemente eran descendientes directos e incluso recetas para preparar bálsamos que ayudaban en combate. Además abundaban textos sobre la profecía que narraba su familia, sobre la concepción del hijo de Fenrir, un lobo perteneciente a la mitología nórdica. Motivo por el cual, aparentemente, eligieron a la infortunada Malena, puesto que se describía que un alma virginal debía ser violada por el hijo marcado, en un ambiente de tormentos y posteriormente ser asesinada. Una vez sembrada la semilla del lobo debían recuperar el cuerpo en la próxima luna llena, que debía acontecer llegados los meses de gestación y practicar una cesárea ritual para recuperar al niño por nacer. Todo parecía demencial, sin embargo el señor Moliere decidió dejar descansar en paz a su hija fallecida de una vez por todas, ya que con los perpetradores muertos nada podrían ya hacerle a Malena, por desgracia nadie tomó en cuenta el árbol genealógico que se encontraba entre los papeles de la familia, de lo contrario habrían tomado cuenta de que los cuerpos de la familia Kraki no estaban completos y que faltaba justamente un hijo varón.

Fue a finales de octubre de ese mismo año, una noche tranquila en la casa Moliere, cuando llamaron a la puerta. Comunicaron a la familia del hecho de que, aproximadamente una hora antes, alguien entró al cementerio local y había desenterrado el cuerpo de Malena, la exhumación por aquellos años no era esencialmente extraña, puesto que los asaltatumbas tenían fijado su negocio con los médicos que requerían cuerpos para poder practicar y experimentar, en aquel tiempo los sujetos de pruebas no era muy abundantes. Sin embargo había varios aspectos que diferenciaban éste acto de los demás con naturaleza similar,  primeramente aún era muy temprano para robar el cuerpo, el velador había intentado interferir pero había sido muerto por contusiones en el cráneo, en segundo lugar el cuerpo no fue robado, sino que fue sacado de su tumba para ser cercenado posteriormente y abandonado sin más. Lo más inusual no era el acto en sí, sino el estado del cadáver, para una lapso de casi nueve meses el cuerpo estaba en excelente estado que empeoraba gradualmente del vientre hacia las extremidades, como si el torso se encontrase vivo durante todo ese tiempo, los restos se encontraban tibios aún en el centro del cuerpo, pero brazos, piernas y cabeza estaban en completa descomposición. La escena era grotescamente sangrienta y vulgar; el señor y la señora Moliere jamás volvieron a ser la mismos al ver a su hija, fuera de su tumba, en descomposición, con el vientre abierto y un cordón umbilical sobresaliendo de él. Al mirar al cielo notaron que una perfecta luna llena brillaba a plenitud en el cielo, pero el horror final llegó al bajar la mirada hacía la entrada al bosque. Un hombre desnudo sostenía en brazos a una criatura del tamaño de un infante con pelaje negro y mojado, ambos cubiertos de sangre y ojos brillantes que al cruzar la mirada con los espectadores se volvieron y desaparecieron en la espesa negrura.

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